viernes, 22 de agosto de 2008

TORTUGA DE MAPIMÍ

México es el primer país del mundo en número de especies de reptiles, incluso por encima del gran continente Australiano, sorprendente. Esta tortuga de 50 centímetros de caparazón la encontramos en el desierto de Mapimí, Durango. Su distribución es ya muy restringida y sus poblaciones declinan alarmantemente. Un pequeño homenaje a los reptiles representados esta vez por (Gopherus flavomarginatus). La conducción es de la linda Guiedana, la Holly Berry mexicana.

martes, 19 de agosto de 2008

43 BICHOS (Música y fotos)

Montaje de fotos con música del grupo Gaia. 43 especies de mis bichos favoritos. Para los curiosos les diré que estas imágenes son cuadros "frames" de video que transformo en fotos

TRANSICIÓN EN SELVA LACANDONA

En este clip, podreís sentir la maravillosa transición desde el atardecer al amanecer en la Selva Lacandona, Chiapas, México. Allí viví por tres años, en la estación biológica Chajul, Reserva de la Biosfera Montes Azules. Puras imàgenes y sonido ambiente. Me sigue poniendo los pelos como escarpias.
Os recomiendo ir a www.youtube.com, para verlos con la opción de alta calidad. Si buscaís, roberuizvi, vereís la lista con todos los videos publicados.

EL NEGOCIO DE LAS BESTIAS (TRÀFICO DE FAUNA)

Este escrito forma parte de un proyecto para el desarrollo de un Centro de Rescate de Fauna Silvestre, iré incluyendo otros segmentos. Lo que van a leer es lo que titulé "Justificación teórica". Me gustaría mucho leer algunos comentarios, no sean "pichicatones".



Han bastado tan solo 40 años, para que el modelo de sociedad actual, consiguiera extirpar de nuestras vidas el milenario contacto con la naturaleza. No es de extrañar pues, que cualquiera de nosotros, sintamos la necesidad de llenar ese vacío ancestral y atávico. En esencia, éste natural impulso humano es positivo y nos reafirma nuestro estrecho vínculo con la naturaleza, sin embargo, la falta de ética propia de nuestra sociedad de consumo, convierte ésta demanda en una perversa fuente de ofertas.

Entre las pasiones oscuras de la condición humana se encuentra el afán de posesión, cebado por la sociedad liberal de mercado, donde todo se comercia. Y es por ello, que la original necesidad de experiencias humano-animal se ensucia y degrada hasta presentarnos imágenes bosquianas, donde millones de seres vivos son sometidos a todo tipo de aberración en busca de beneficios.

Tanto la filosofía, como la ciencia y la religión dominantes, contribuyen desde hace miles de años para que el resto de los seres vivos, de los que dependemos y con los que compartimos el planeta, sean considerados como “algo” que esta a nuestro servicio y, exceptuando simbólicos avances logrados por valerosos activistas por los derechos de los animales, el grueso de la sociedad vive permeada por esa visión antropocéntrica y egoísta.

Para los que queremos continuar el legado de lucha para cambiar ésta visión del mundo, la tarea es en extremo complicada. Nos enfrentamos a dos poderosos e injustos enemigos, la tradición, en nombre de la cual se continúa con las matanzas de toros o las ablaciones. Y el modelo de consumo, que como un Sunami, nos ha arrastrado en pocas décadas a sublimar nuestros deseos a través la posesión material. Tan difícil y desigual es la contienda, que el enemigo cuenta incluso con el poder de la Administración, incapaz de oponerse a ambos influjos. Las condiciones están dadas, de modo que, la demanda y la impunidad, han convertido al comercio de seres vivos en el segundo negocio ilícito más rentable del mundo.

El tráfico de seres vivos no humanos, conlleva tres graves problemas. El primero tiene que ver con el nivel legal. Las mafias organizadas consiguen mediante la crueldad más humana, beneficios de millones de euros anuales, acumulando capitales que se reutiliza para generar más delincuencia. Quienes trafican con animales, lo hacen también con personas, con drogas y con armas.

En segundo lugar, el grave problema que genera el tráfico de especies tiene consecuencias desastrosas y de momento invaluables a nivel ecológico. Cómo efecto directo se considera que la captura de especies es la segunda causa de extinción de la biodiversidad, la primera es la destrucción de los hábitat, de la cual, también son responsables las técnicas de deforestación e incendios empleadas para el feroz secuestro. También a nivel ecológico, el efecto que provocan las especies invasoras, que en muchos casos surgen del excedente del comercio, es devastador, y pone en serio riesgo los ecosistemas autóctonos. Truchas, cangrejos, tortugas, mapaches, hurones, cotorras y una larga lista de animales salidos de las tiendas, compiten, desplazan y en muchos casos extinguen a nuestra propia fauna, y esto teniendo en cuenta el problema sólo a nivel visible, espanta pensar en lo que estará sucediendo a nivel microfauna, bacterias o virus.

El tercer grave problema que surge del comercio de especies es a nivel ético. Millones de animales son anualmente arrancados de sus hogares originales mediante las prácticas más sanguinarias. En muchos casos, como los primates, es preciso eliminar a la madre para poder arrancar a su hijo de sus brazos. Éste episodio debe resultar tan espantoso para los indefensos animales como para cualquiera de los que esta leyendo este escrito. Desde ese trágico momento de la captura hasta que la victima llega a la casa de cualquier ignorante, los animales sufren todo tipo de maltratos; hacinamiento, incomunicación, hambre, sed, castigos físicos y psicológicos. Los traficantes asumen que, solo uno de cada diez animales capturados, llegará finalmente hasta el mercado. Estas prácticas son éticamente inaceptables, y emergen del hecho de considerar a los seres vivos como objetos de consumo. Tal consideración supone entre otras cosas, “ser de usar y tirar”, la mayoría de las personas ya saben que los animales que adquieren se les van a morir y lo aceptan sin compasión alguna.

Quisiéramos no perder de vista el punto esencial de lo que tratamos de analizar, y es que, el origen de todo lo expuesto, surge desde la demanda que expresan las personas por tener experiencias con los animales. Desde el alejamiento de una vida natural, al deseo de posesión de lo que vemos por la televisión, a la propia curiosidad humana, a los problemas afectivos y de relaciones sociales, al snobismo, la realidad es que uno de cada tres hogares posee una mascota y el fenómeno va en aumento, sobre todo, con los animales exóticos que no requieren que se les saque a pasear varias veces al día y que en la mayoría de los casos viven metidos en una urna de cristal.

Para nosotros la cuestión es ¿Cómo podemos reorientar ésta necesidad, para que podamos aprobar los tres niveles legal, ecológico y ético?