lunes, 1 de agosto de 2011

EL FIN DE LOS TIEMPOS

Pues ando escribiendo una novelita y la ambientación se basa en este texto que les presento y que voy madurando. Se me hace sugerente lo que les propongo y sería fantástico a la par de consolador que me acompañen en esta nueva exploración incluyendo sus propios comentarios y así completar esta fantasía de vivir en esos otros mundos oníricos a los que me entrego. A ver si les gusta queridos y queridas personas.

LA CIVILIZACIÓN QUE PENDE DE UN HILO

Desde que llegué a México hace 18 años hemos disfrutado horas platicando sobre las profundas y desoladoras profecías Mayas y sus misteriosos vaticinios. De entrada es extraño que una civilización que vivía bajo las selvas tuviese semejante obsesión por una cúpula celestial velada por un denso dosel de vegetación, de modo que demostraron su dedicación al cosmos suplantando parte del continuo verde por enormes ciudades y pirámides de más de 50 metros despejándose así el camino hacia el cielo.
La observación de los cuerpos celestes a la par de relajante nos proporciona algo tan trascendente como la medición del tiempo. Los mayas desarrollaron 3 calendarios, el calendario Tzoolkin de 260 dias, el Haab de 365 dias, exactamente igual a nuestro posterior calendario gregoriano, y el calendario maya de la cuenta larga. El asunto es que a través de sus cálculos, los mayas con sorprendente precisión establecieron el final de su calendario y del mundo el día viernes 21 de diciembre del 2012.
Y llegamos a la cuestión que nos conmueve e inquieta ¿Cómo será el fin del mundo? Hay quienes pronostican cataclismos naturales con precedentes en la historia del longevo planeta. Lógico y sugerente. Los hay quienes como en todo buscan afuera las respuestas y visualizan el impacto de una despiadada roca estelar. Improbable y demasiado esotérico. Las guerras fratricidas y sus consecuencias devastadoras es otra de las opciones. Antigua y desagradablemente violenta para mi gusto.
Esta es mi versión del fin del mundo o como a mí me gusta llamar “El día en que todo comenzó”.
Imaginen que despiertan en la mañana. Su reloj interno les dice que han dormido algo más de la cuenta. Miran el despertador y no funciona, no se expresa, está negro. Se levantan y escuchan menos ruidos que de costumbre. Tratan de prender la luz del baño y click, click, click, nada, no responde. Lo mismo con la televisión y el refrigerador, están muertos o latentes. Toman el móvil para compartir su agonía y en el colmo de las desgracias este no les asiste. Primera respiración profunda. Vamos a bajar al bar a ver qué pasa. Confusión. Los coches no se mueven, las máquinas por alguna inconcebible razón nos han abandonado. No hay medios de comunicación que nos den una pista, una esperanza, una guía, de modo que las especulaciones en los corrillos callejeros son dominadas por los licenciados en mundología. Pero bueno esto pasará.
Los hospitales oscuros ya vieron morir en cuestión de horas a todos aquellos enfermos y desvalidos.
Al caer la noche todo continúa igual, no sabemos nada y los congeladores han comenzado a anegar las cocinas. No sabemos a dónde ir si es que hay que ir a algún lado. Las personas que viven en edificios de más de cinco plantas dudan y se atrincheran.
En cuestión de días llega el caos. Y no sabemos ni por qué, ni cómo pasó, ni si será reversible, sólo vemos a nuestro alrededor personas lejos de sus casas sin noticias. Aquellos que viajaron a otros continentes no saben si algún día podrán regresar.
El dinero pierde su valor. Nadie es rico ni pobre. Nadie manda ni gobierna. No sabemos qué sucede al otro lado del mundo, ni siquiera a 500 kilómetros. No sabemos qué pasó, ni qué decisiones tomar.
La escasez de alimento y no tener internet lleva a algunos a la más absoluta desesperación.
No hay medios de transporte de modo que únicamente podemos comernos lo que nos rodea. Los cultivos extensivos sin maquinaria que los maneje quedan sin control. El ganado necesitado de piensos y de asistencia farmacológica perece. No hay pesticidas, ni agroquímicos, la naturaleza se revela y comienza a reconquistar territorio mientras nosotros cedemos.
Comienza un éxodo de las estériles ciudades mientras la falta de medicinas provoca que aquellos enfermos crónicos dependientes queden atrás y como las mascotas nos abandonen.
Las presas de los ríos y embalses comienzan a rebosar. De la misma forma las industrias abandonadas corren el peligro de colapsar. Las bombas que drenan los metros y subterráneos desatendieron su tarea y países como Holanda comienzan a hundirse.
Las poblaciones se mueven, los valores cambian, la vida dejo de ser lo que era en cuestión de un minuto que nadie puede precisar.
Y es que somos una civilización débil, dependiente de un único recurso sobre el que hemos asentado toda nuestra existencia, la energía, la luz, un hilo de cobre embutido en esos millones de cables que tanto me molestan y que tal vez un día usemos como sogas".

Y para finalizar un comentario irónico para quienes no han disfrutado. Los mayas midieron el tiempo con una precisión tan increíble que en México nuestra palabra favorita es “ahorita” un periodo de tiempo indeterminado y personal.”
Ahora imaginen todas las cosas bonitas y preciosas que nos sucederían si regresáramos unos 200 años atrás.